Son las 13 horas del viernes y Helena Torras ya ha recorrido 22 kilómetros a bordo de su patinete eléctrico. De la zona de l’Illa a la clínica Teknon, de allí hacia Glòries y suma y sigue. Esta empresaria barcelonesa, co-fundadora de la start-up B-wom, asegura que la vida le ha cambiado desde que el pasado 11 de enero le llegó el patinete que había encargado. El cuentakilómetros ya marca 739. Si se ponen uno detrás de otro estaría a punto de llegar a Almería.
Como Helena, muchos ciudadanos han decidido en estos últimos meses cambiar su forma de moverse por la ciudad y se han subido a un artilugio que va poblando las calles de Barcelona. Fáciles de conducir y de plegar, se están convirtiendo en la estrella de lo que se conoce como vehículos de movilidad personal (VMP). Lo sabe bien Xavier Oliva, director general de Urban Fun, que explica que empezó a importarlos de Estados Unidos hace unos 8 años cuando aquí aún no existían para alquilarlos a empresas sobre todo para uso turístico, pero a muchos ciudadanos les llamó la atención, lo probaron y decidieron optar por la compra.